24 Noviembre /17 – 10 Marzo /18

Barranquilla, construcción nueva sede MAMB, 2017

 

Alfonso Suárez, un artista Colombiano, nacido en Mompox, hizo parte de una de las generaciones más importantes de la década de los 80 en el Grupo 44, liderado por Álvaro Herazo, y del que también hacían parte Eduardo Hernández, Fernando Cepeda, Víctor Sánchez, Delfina Bernal e Ida Esbra.

Entre las distinciones que ha merecido su trabajo se encuentran el haber sido invitado de honor en la Bienal de Arte de Bogotá, en 1990; Primer Premio en el VI Salón Regional de Artistas (1993), Primer Premio del XXXV Salón Nacional de Artistas (1994), Primer Premio en el VII Salón Regional (1995), Primer Premio en el VIII Salón Regional (1997) y mención de honor en el XXX Salón Anual de Artistas Colombianos, en el Museo Nacional.

Suárez, en 1987 iniciaba un performance que no ha terminado aún, y que esporádicamente realiza, con el que fue invitado a diferentes espacios culturales, donde a partir de las acciones que realizaba, incluyó la fotografía, obra que fue premiada en el XXV Salón Regional de Artistas, y marca un momento hito en la historia de las vanguardias del arte colombiano.

Las primeras manifestaciones del doctor José Gregorio en la obra de Alfonso Suárez ocurren durante una serie de acciones en hospitales a finales de los ochenta, de las cuales no queda rastro. Luego de 25 años de producción y realizar otras apariciones en diferentes eventos y espacios del país, llega al Museo de Arte Moderno de Barranquilla este viernes 24 de noviembre “Visitas y Apariciones”.

“El artista centra la obra alrededor del personaje José Gregorio Hernández, el médico venezolano que se convirtió en santo no canonizado tras su muerte. Es una figura vinculada a la superstición, y a rituales religiosos populares. El culto del doctor José Gregorio surge a partir de sus apariciones, interviniendo a favor de personas con enfermedades graves, especialmente de carácter terminal. Su presencia milagrosa se manifiesta en una iconografía que sirve como referente de la obra, y que el artista viene a absorber, e incluso reemplazar”. Espacio El Dorado.

Visitas y apariciones presenta un diálogo curioso entre la corporalidad de sus intervenciones, relativo a la figura fantasmagórica que representa.