CONTEMPORÁNEA 2019, Acción y contexto.

18  julio / 2019

 

Edwin Jimeno y Dayro Carrasquilla son dos creadores del Caribe colombiano con trayectorias sólidas producto de varios años de labor profesional. Ellos trabajan con distintas líneas conceptuales materializadas en diversos tratamientos y facturas en sus producciones artísticas, pero al estudiarlos a fondo en oposición a los contrastes encontramos ciertas aproximaciones y semejanzas en intencionalidades y planos de significación de sus creaciones.

Ambos artistas van en contravía de un tipo de arte preñado de vocaciones introspectivas y ensayos de representación impasible de la realidad y por ello distanciado del acontecer complejo de la existencia. Por el contrario, consideran que la acción artística es condición indispensable para la activación de unas prácticas artísticas más inclinadas a intervenir las problemáticas sociales y acontecimientos políticos en las comunidades populares, particularmente en las poblaciones marginales y vulnerables. 

En esa línea, Jimeno utiliza su cuerpo como territorio experimental, como contenedor y lugar (Belting) de vivencias e identificaciones con las circunstancias sociales y políticas de la población. Entretanto Carrasquilla acciona hacia el cuerpo social como territorio donde se precipitan las preocupaciones y sufrimientos de los seres cercanos a las experiencias del artista; Dayro convive con las personas del populoso barrio Nelson Mandela de Cartagena. 

Mientras Jimeno distingue el lugar como posibilidad del acontecimiento corporal en la reflexión en torno a lo ético y estético de las dinámicas cotidianas y lecturas políticas de lo contextual, Carrasquilla revela la importancia del barrio como lugar donde sucede la vida, entorno que evidencia la injusticia, el padecimiento, la inequidad y donde se moviliza la resistencia de la comunidad para luchar por la supervivencia, la reconstrucción de la memoria y la transformación de la realidad. Son prácticas artísticas en conexión con lo que en su momento Suzanne Lacy llamó arte público de nuevo género, que se activan al interior del contexto, comprendido no solo como el espacio geográfico urbano, sino también como construcción simbólica y cultural de una comunidad. Luego, acción y contexto se conectan y concretan para poner en común espacios de reflexión crítica. 

Para el artista Edwin Jimeno la obra de arte se cristaliza como una acción, una práctica artística que carga en su esencia la invariable conexión de la ética con la estética y se produce en un tiempo y lugar determinado. Por ello, se percibe no como representación, sino como presentación que encierra una dinámica correlación entre el cuerpo, el tiempo-espacio real y los materiales que utiliza el artista.

Algunos performances se pueden presentar en el cubo blanco porque la asepsia del museo no interfiere en su recepción, pero hay otros que están pensados para desarrollarse en site specific, un lugar determinado cuya identidad y significación entra a complementar o definir el sentido de la acción artística; otro sitio distinto de realización permutaría su significado y peso conceptual. Es por ello, que la obra Ofrenda a los caídos se lleva a cabo en el Altar de la Patria, monumento nacional que se encuentra en la Quinta de San Pedro Alejandrino, lugar que con cierta regularidad y pomposo protocolo recibe, de las autoridades del Estado y visitantes insignes, ofrendas al Libertador y a los símbolos patrios que encarna. De manera similar, el artista deposita en las escaleras su ofrenda de flores blancas artificiales, las que previa y detenidamente ha teñido gota a gota con su propia sangre, en un ritual de sublimación que cuestiona la vacua solemnidad y se enlaza con el recuerdo vivo de todas las personas que tanto ayer como hoy han ofrecido su vida por la libertad y otros valores humanitarios.

La obra Propiedad de Estado bien podría abrir un capítulo en el debate actual sobre las modalidades de la esclavitud y violencia contemporáneas. El artista revisa muchos ejemplos documentados que se presentan en la sociedad colombiana, siendo uno de los más inhumanos y ocultos los malos tratos que reciben muchos militares colombianos, especialmente los antiguerrilla y participantes directos en el conflicto armado. La visión de un tizón que deliberadamente chamusca la pierna de un soldado raso le sensibiliza y le prepara para la acción de ofrecer su cuerpo para soportar igual o peor dolor, como el que produce el hierro incandescente que calcina la epidermis dejando el sello indeleble de la abyección. 

Desde otra arista, en una serie de 14 fotografías podemos seguir la situación de un joven recién incorporado a las fuerzas armadas en el rito iniciático del corte de cabello. Y con este sobreviene una serie de normas, disciplinas, juramentos y acatamientos, pero ninguno que justifique el quebrantamiento de la ley y la Constitución, a la cual se juró defender aún con la vida. Falso o Positivo es una obra que cobra mucha actualidad porque pone de presente las vergonzosas y criminales actuaciones de muchos militares que claudicaron ante el asesinato de civiles inermes para reclamar prerrogativas laborales, prácticas aberrantes promovidas desde las altas esferas del poder.      

Cuando Jimeno dice “concibo que la obra de arte debe ser abierta y el público tiene la potestad de agregar cosas, conceptos…” pienso que en algunas ocasiones el espectador puede ver algo distinto y hasta inverso a lo que el artista ha plasmado. Esto sucede a menudo con la obra Las espinas se llevan por dentro donde a primera vista aparece la cabeza del artista adornada con una diadema de flores blancas que puede remitir a lo triunfal o dionisiaco, pero, en realidad, Edwin está aludiendo a otro campo de lo sensible diametralmente opuesto, a sobrellevar una corona de espinas que lacera permanentemente a su portador, haciendo referencia a esos estados anímicos cargados de sufrimiento que padece el ser humano –en silencio– encubiertos bajo la máscara de la normalidad.

Dayro Carrasquilla no se muestra de acuerdo con el arte que solo sirve como ejercicio de contemplación. “Para mí, la obra de arte debe suscitar un conjunto de gestos, acciones y procesos que apunten a la generación de espacios para la transformación y la posibilidad de que las gentes tomen –con las herramientas del arte– una postura crítica frente a cualquier problemática”. Guiado por ese pensamiento, el artista crea arte a partir de la experiencia que tiene con el contexto, porque trabaja con las vivencias y directamente en el territorio (consonante con las tesis de Paul Ardenne), y sus prácticas artísticas se impregnan del carácter de lo documental identificándose con una de las tendencias más importantes del arte actual. 

Para Carrasquilla la activación de procesos con la comunidad y para la comunidad son indispensables, en este momento tan crucial donde se acrecienta la indiferencia de los poderosos a los padecimientos de las comunidades marginales. Los gestos sensibles, las prácticas artísticas cimentadas en comunidad apuntan a que el arte debe resignificar su naturaleza y no puede distanciarse de las necesidades y significados sociales, las problemáticas que circulan en el territorio y la memoria misma.

Lo anterior se puede apreciar en la obra Mandela, donde siete pantallas, una por cada letra del nombre del barrio, muestran en mensajes escritos sobre la piel de madres, padres, hijos, adultos mayores, líderes comunitarios, gestores y comunidad LGBTI los procesos duros de reconciliación y búsqueda del perdón como acto liberador, tras los terribles casos de vulneración de derechos y violencia de todo orden contra la dignidad de los habitantes del barrio Mandela de Cartagena. Mediante transparencias y superposiciones se insinúan las diversas capas de un cuerpo de memoria que se reconstruye partiendo de las historias individuales y colectivas de los pobladores.

Poética del retorno es una serie fotográfica de 41 piezas que resalta el valor de los líderes en las periferias y responde a la sensibilidad del artista que da cuenta de que atravesamos por la peor época de persecución y asesinatos de líderes sociales en el país. Así, la obra pretende lidiar contra el olvido y las políticas de distracción social, procurando “revivir” a esos líderes y tener presente su legado con todo lo que aportaron a la comunidad, ello en el marco de la consolidación del proceso reconstructivo de la memoria en el barrio Nelson Mandela. La luz que queda iluminando la imagen denota la permanencia y trascendencia de los personajes en el territorio.

Entre dientes recurre a la estética del bling bling para suplir la necesidad de visibilizar realidades. Se refiere a la superación del temor de denunciar que sufren la mayoría de personas víctimas de abusos y vulneración de sus derechos. Con expresiones de la jerga popular como “boquea”, “dilo”, “sapea”, “tírala” y otras, las 21 imágenes fotográficas animan a romper el silencio y a entablar la denuncia del atropello no solo en casos personales, también cuando ocurre con los demás miembros de la comunidad.

Carrasquilla impulsa prácticas colaborativas como forma de colectivizar saberes ancestrales, procesos, cuidados y metodologías. Con la participación de la comunidad logra compendiar en el Recetario Nelson Mandela Resiste en Verde un caudal de conocimientos de medicina natural, propiedades y adecuado uso de las plantas según la enfermedad o “achaques” de salud, en un acto de resistencia y reivindicación de los cuerpos y la memoria. La recopilación de los saberes populares de los individuos retorna a la comunidad como un recetario que se reparte casa por casa para ser utilizado con un fin práctico, pero también como una estrategia de identificación y cohesión social comunitaria.

 

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Piezascontemporanea-21